domingo, 25 de mayo de 2008

¿ A las barricadas?

El día 21 se convocó una huelga de profesores en Andalucía para solicitar la retirada definitiva del dichoso plan de Calidad de la Enseñanza, que, en resumidas cuentas y siempre desde mi punto de vista, no es más que un vil intento de soborno de la administración. En él se nos dice que podremos cobrar hasta 7.000 euros más repartidos en cuatro años si aprobamos a más alumnos. En el documento se insiste varias veces en lo importante de una "buena práctica docente", como si no se estuviese haciendo ya.

Hoy acabo de corregir unos exámenes de sintaxis de 2º de ESO y tras estar todo el año invirtiendo horas y horas en hacer oraciones (no entro en la cuestión de si esto es más o menos útil) resulta que aprueban 2. Dos. Se me parte el alma. Y esta vez, lo siento porque sé que suena mal, pero tengo mi conciencia muy, muy tranquila. No han hecho nada. Tiraron la toalla desde el principio y no quieren estudiar sintaxis. Y da igual lo que les motive, lo fácil que se lo ponga o lo mascadito que se lo dé. Dos. En eso queda mi trabajo.
Y pretenden que apruebe a niños que están acostumbrados a hacer nada a cambio de una curiosa simbiosis: ellos aumentan su estadística de aprobados y yo pongo la mano y miro a otro lado. Pues no me da la gana. Mi trabajo me lo tomo en serio y merezco un respeto como profesional. Y dado que la Administración no nos respeta lo más mínimo, me tengo que dar yo a respetar. Y no me da la gana que me sobornen.

No pertenezco a ninguno de los sindicatos que convocó la huelga, pero me uní a ella. En mi centro, de 60 profesores, hicimos huelga unos 8. Eso sí, luego tengo que aguantar que todos se quejen de lo mal que están las cosas, de lo que se nos maltrata, pero cuando hay que plantar (y me perdonen la expresión) los huevos en la mesa, la gente se raja y mira a otro lado. Así nos va. Nos merecemos toda la mierda que nos está cayendo en lo alto y mucha más. No todo el mundo tiene por qué secundar una huelga, pero en mi centro se votó en contra del plan de Calidad. Y éramos bastantes más de 8.

Ocho a los que se nos quitarán 70 euros (que no es lo que gano en un día, fijo) en la próxima nómina. Que eso es lo de menos. Por mí, se los pueden meter por salva sea la parte. Lo que me indigna es la falta de dignidad.

domingo, 4 de mayo de 2008

Arte conceptual

A pesar de lo que Juan Sánchez, “pintor y artista conceptual”, había pensado al principio, aquella señora no había venido a hacerle el amor. Aunque se encontraba completamente desnuda, la distancia a la que se mantenía y su actitud sumamente afectada le dejaban bien claro su propósito.

-Quiero que me pinte usted.

-¿Cómo?

-Que me haga usted un retrato, vamos.

Ahora se explicaba la secuencia de los hechos: la intrusión repentina, la irrupción en su estudio y el strip-tease menos erótico y sugerente al que había asistido en la vida. Porque en aquella señora todo era evidente, rotundo. Como muestra, no había más que mirar la ropa esparcida por el suelo: un vestido amorfo y marrón, un sostén que podía servir de carpa a un circo y una braga-faja que podía emplearse como cama elástica para tres generaciones enteras de acróbatas rusos. Saltando todos a la vez, por supuesto.

“¡Otra que ha visto demasiadas veces Titanic! ¡Cuánto daño nos ha hecho esa película a los pintores de categoría!”. Y era cierto. Desde el estreno de la película, no transcurría un mes sin que pasaran tres o cuatro mujeres por el estudio dispuestas a que las retratase desnudas. Pero claro, las señoras que se plantaban en su casa distaban mucho de ser Kate Winslet. Esta, sin ir más lejos, en vez de tener un pedrusco colgado al cuello, tenía metros y metros de pellejo. Juan no pudo evitar recordar el momento de la matanza en su pueblo. “¡La de kilos de embutido que podrían despacharse con esa papada!”.

-Pagaré lo que sea. ¿Me pongo aquí?

A Juan no le quedaron ganas ni fuerzas para explicarle a la señora que debería haber pedido cita, que no podía atenderla en ese momento. Pero no lo hizo. Más que nada, porque lo único que deseaba era que “aquello” saliera cuanto antes de su estudio, de su casa, de su vida.

Así que cogió su lienzo y sus útiles y se dispuso a retratar a la señora.

-A ver, ¿le importa subir un poco más la cabeza? Póngase así… Levante el brazo por detrás de la cabeza (como si eso fuese a arreglar algo). Así, muy bien. No se mueva.

Pasaron tres horas de indicaciones y poses antes de que Juan dijese:

-Ya está.

La señora, impaciente, se abalanzó sobre el lienzo, deseosa de ver su retrato.

Y lo que vio fue esto:


Fue tanta la indignación que sintió que se quedó allí, inconsciente, desparramando su humanidad sobre el frío parqué.

Juan Sánchez, pintor y artista conceptual, sintió que su arte no había sido comprendido. Una vez más. Y lo que era peor: no sabía qué hacer con la gorda que yacía en el suelo de su estudio.


Foto