miércoles, 6 de abril de 2011

Leo que Esperanza Aguirre ha propuesto la creación de un Bachilerato de élite para alumnos cuya media en la E.S.O. sea de un 8 o más. Por fin. Y hoy leo esto: gente llevándose las manos a la cabeza y esgrimiendo conceptos como "convivencia" y "guetos" para tirar por tierra lo que me parece una idea excelente y valiente. Cualquiera que conozca "la cosa docente" desde el interior sabe que la LOGSE, en lo que respecta a la integración propone cosas interesantes, pero sólo en la teoría. Luego faltan los medios. Faltan profesores de apoyo, faltan monitores y te encuentras dando clase a primeros de E.S.O. con 6 niños (yo los he tenido) de necesidades educativas especiales y otros 20 que se supone que pueden seguir un ritmo "normal".  En una hora de clase. Eso, desde todo punto de vista, es imposible de sacar adelante.

Al final, lo que ocurre es que a los alumnos de necesidades educativas especiales les dedicas cinco, diez minutos de la clase. Lo justo para indicarles las tareas que tienen que hacer y repasarlas un poco si el desarrollo de la clase te lo permite, que en el 80% de los casos es que no. Salen perdiendo. 

El resto, mientras tú estás con los alumnos de necesidades educativas especiales, aprovecha para liarla, con lo cual, no estás ni con unos ni con otros. Salen perdiendo.

Otros, los pocos que tienen interés, asisten al espectáculo esperando poder aprender algo en la clase de cada día. Si da tiempo. Salen perdiendo.

Todo esto en virtud de uno de los pilares de la LOGSE: la atención a la diversidad (que ya digo que, en teoría, estupenda; en realidad, deficiente por la falta de medios). Y bueno, si hay que atender a la diversidad y darle a cada alumno lo que necesite ¿por qué siempre se iguala por debajo? Porque en la escuela pública, y lamento decirlo, hay un montón de buenos alumnos que se están echando a perder, como la fruta madura en el árbol. No se les saca todo el partido, no se explotan al máximo sus cualidades porque pasamos tanto tiempo haciendo otro tipo de adaptaciones (ACIS, fichas, poniendo orden...) que no tenemos tiempo para ellos. ¿Quién vela por esos alumnos que podrían salir de la mediocridad si se puediera trabajar con ellos de otra forma, si tuvieran otro ambiente en clase? Salen adelante, claro, pero perjudicados. Es como si tienes un deportivo y lo pones sólo a 60 por hora. ¿Funciona? Claro, porque circula. Pero no es para lo que está hecho.

¿Guetos? Hombre, por favor, ya está bien de contradecirse. Si hay que dar a cada alumno lo que necesita, pues se le da. Pero a todos. ¿O es que acaso hay otros intereses? Porque cualquiera diría, pensando un poquito mal, que lo que se busca es que la mediocridad sea el sello de toda un generación. O de varias.
Así nos va.