Mención aparte merecen las pitonisas que pululan por los programitas nocturnos. Hace dos días, una de ellas se lució:
-¡Hola! Soy Escorpio.
-Buenas noches, Escorpio. ¿En qué te puedo ayudar? (Empezamos bien).
-Verás, es que yo quería hacer una consulta general.
-¡Ay, cariño! Sabéis que tenéis que preguntar por cosas concretas.
-Bueno, verás, es que he pagado mucho dinero para hablar contigo. (Con voz dulce y melosa).
-Bueno, venga, vamos a empezar. ¿Por qué quieres preguntar?
-Hmmm… Quiero saber si voy a vender mi casa.
-Elige un número: 1 ó 2.
-El 2.
-Bueno… (dice mientras despliega frente a ella las cartitas). Veo que llevas un tiempo queriendo vender un piso (¡no me digas!). Esto… esto hace un tiempo que está estancado (claro; si no, no te preguntaría).
-Pero, ¿lo vendo o no?
-Hombre, venderlo lo vas a vender, pero no inmediatamente, ¿eh? Esto va tardar un poco… (Se ve que la señora ve el telediario y se ha enterado de que hay algo llamado “crisis”).
-¿Cuánto?
-Un tiempo, pero lo vendes, ¿eh? Así que tranquila. (Mientras, va recogiendo las cartas). Bueno, Escorpio, buena suerte…
-¡Ay, Ama Rosa (vamos a llamar así a la pitonisa), que llevo mucho esperando para hablar contigo!
-Lo sé, cariño (ellas son así de afectuosas), pero hay más gente…
-Sí, ya (con voz dulce). Pero me he gastado mucho dinero al teléfono (voz de maruja a la que le quitas, por accidente, un ejemplar de braga-faja baratísimo en un montón de estos que ponen en las rebajas) y creo que puedo hacerte otra preguntita… ¿verdad? (voz melosa otra vez).
Ama Rosa que mira a control y asiente.
-Bueeeno, venga. ¿Qué quieres saber?
-Pues te quería preguntar por el amor (¡cómo no!). Verás, es que me separé hace unos años y, al poco de separarme, conocí a un hombre, que no es con el que estoy ahora, porque yo ya he rehecho mi vida. Yo lo llamé varias veces, pero él no me contesta a las llamadas.
-Con tu pareja actual, no estás bien, ¿no? (hombre, si tiene pareja y sigue pensando en un tío al que conoció hace años, digamos que muy bien no tiene que estar, no).
-Pues verás, es que el hombre con el que estoy me debe dinero. Yo lo quiero mucho, pero quiero saber también si me va a pagar o no, porque yo lo quiero mucho, pero necesito el dinero…
La otra que está ya con las cartas en la mesa y, haciendo gala de sus “dotes” , suelta:
-Mira, Escorpio, las cartas me dicen que a ti no te va muy bien con los hombres (¿las cartas? ¡Te lo ha dicho ella! Si mira el historial que tiene la pobre…).
-Pero, ¿sigo llamando al hombre que conocí?
-No. No lo hagas, porque aquí veo que tú a ese hombre no le interesas para nada (a ver, si no, le habría devuelto las llamadas). Olvídalo, que no te hace bien.
-Bueno, ¿y lo del dinero?
-Pues mira, cariño, aquí veo que tu pareja no te va devolver el dinero tampoco.
-¿Y qué hago? ¿Lo dejo?
-Ay, mira, yo ahí no te puedo ayudar. No te sé decir…
-Pero debería dejarlo, ¿verdad? ¿Tú qué crees?
Pasan un rato discutiendo. Ama Rosa que intenta despedirse por segunda vez:
-Bueno, Escorpio, bonita, tenemos que cortar ya.
-Una pregunta más, por favor, que es la más importante (si era la más importante, podría haber empezado por ahí).
-No puedo…
-Mira (a estas alturas, la voz y el tono de Escorpio se parecen bastante a los de la Esteban hablando de la celebración de la comunión de su hija y del dichoso reloj) me he gastado un dineral, que me habéis tenido dos horas colgada al teléfono, así que, por favor, POR FAVOR, atiéndeme a esto que te pido.
Ama Rosa, entre hastiada y acojonada, accede:
-Bueno, pero rapidito. ¿Por qué quieres preguntar?
-Por mi hijo, que tiene una enfermedad de los huesos. Lleva así desde que nació y lo vamos a operar y quiero saber si va a curarse.
-Mira, Escorpio, cariño, yo veo que lo que tiene tu hijo es crónico…
-¿Y eso qué es?
-Que lo va a tener toda la vida.
-¡Ay, no me digas eso!
-A ver, a ver… Que después de la operación mejora, pero no se va a curar nunca del todo; es algo que va a tener para toda la vida. Y ahora, me despido, Escorpio (“¡A tomar por culo, Escorpio!”, le faltó decir).
-Bueno, pues muchas gracias, Ama Rosa.
¿Gracias? ¿Gracias? Pobre mujer que tiene un piso por vender, que está separada, con un hijo enfermo, acordándose de un hombre que conoció en el pasado y que no es con el que está. Y encima van y la chulean. En su casa y por teléfono.