lunes, 27 de julio de 2009

A grito pelao

Otra vez están igual. Cada vez que oigo sus voces, me vienen a la memoria otras:
-¡Niñaaaaaaaa! ¡¡¡Sube p' arriba que ya está la merienda!!!
-¡¡¡Andreeeeeeeeés!!! ¡¡¡Me voy a cagar en tu p... madre como no subas ahora mismo!!!
-¡¡¡Mamaaaaaaaaá!!! ¡¡¡Échame cinco duros para chucherías!!!
-¡¡¡Niñaaaaaa!!! ¡Busca a tus hermanos! Y cómprame un paquete de tabaco.
-¡¡¡A cenaaaaaaaaar!!! ¡Como venga tu padre y no estéis cenados..!
-¡¡¡Mamaaaaaaá!!! ¿Me puedo quedar un ratito más?
-¡No! Tira ya pa' casa.

O el protagonista de la banda sonora de mi infancia: el silbido de mi padre. Mientras mi madre y sus vecinas se desgañitaban por el balcón (la mía solo en ocasiones especiales, hay que decirlo, pero la Pili, la madre de mi amigo Andrés, era para oírla), mi padre era mucho más práctico: emitía un silbido breve, pero agudo, de esos que te reventaba el timpanillo y, entre el aturdimiento y la mirada que echaba, bastaba con un simple movimiento de cabeza para que quedases sometida a su voluntad. Yo tenía el convencimiento íntimo de que el silbido de mi padre era emitido en una frecuencia que sólo captábamos nosotros tres.

Hoy, veintitantos años más tarde, lo que entra por mi balcón ahora mismito es (transcripción cutre de oídas):
-¡¡¡Amumbu, kana potitare...!!!-voz femenina a grito pelao. La mujer parece que se ha tragado un subwoofer.
Alguien habla más bajo (el hombre, supongo). Y la otra, que sigue:
-Aneta, muja cue, muja cue. O lo juto juto. Nagasa situa bantano sintoe...
Así, tres o cuatro líneas más.
Y el hombre que vuelve a hablar más bajo. Eso sí, cuando se le oye, se acaba la discusión.
Así, durante hora y media, dos horas, cada vez que discuten. Que es, mínimo, una vez por semana. Resulta desasosegante escuchar semejantes voces discutiendo en un idioma que no conoces y que suena como suena. Parece que los tengo metidos en casa. ¿Eso no se puede considerar contaminación acústica? Aunque me ha venido bien, porque justo estoy leyendo una de piratas, el prota anda por África y casi creo que los indígenas cobraban vida.

Qué exótico es mi barrio. Lo que me divierto (porque no puedo evitar reírme, lo siento). Y cómo echo de menos los gritos de la Pili.
Por cierto, si alguien me puede traducir la transcripción cutre, se lo agradecería. Ya sabéis, mi vena cotilla.

viernes, 24 de julio de 2009

Pos- it que somos horteras

Y conste que sé que "pos-it" está mal escrito, pero lo voy a dejar así. Vengo entre flipada y cabreada de un espectáculo que se llama Soñando a Bécquer. El espectáculo en sí me ha gustado. Probablemente haya ayudado que yo ya iba dispuesta a ver cualquier cosa que me quisieran contar de Bécquer y bueno, al final no ha estado mal. Dejémoslo ahí. Bueno, no, una cosita: ¿por qué siempre hay algún repelente entre el público que se dedica a recitar a la par de los actores? Es que siempre me toca uno de estos detrás. Me pasó cuando fui a ver La vida es sueño y casi le meto el codo en la boca al espontáneo que se puso a hacer de Segismundo. ¡Leches! Que quien más, quien menos, todos nos sabemos lo de "¡Ay, mísero de mí! ¡Ay, infelice!... y los sueños, sueños son". Y hoy, lo mismo. ¡Es que no lo soporto! No hace falta demostrar la vasta cultura de uno, y menos con actores trabajando delante.

Lo que ha motivado esta entrada es otra cosa. Me duele no tener documento gráfico (lo conseguiré, porque pienso volver cámara en mano), pero es que es alucinante. Llevaba yo un tiempo deseando ver la tumba de mi adorado y querido Bécquer. Sin ánimo de parecer una loca (aunque me temo que es tarde) aclararé que en mi adolescencia me enamoré de ese hombre. O de la idea que me hice de él a través de sus versos, no sé. No tiene sentido, pero me da igual. Hay cosas que son inexplicables, pero son. Casi lloré la primera vez que vi el retrato pintado por su hermano en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y a veces sigo entrando solo por verlo (por cierto, no sé de quién sería la idea de cambiarlo de sitio, pero la han cagado).

Y ya me estoy liando. El caso es que con la entrada al espectáculo, podías visitar el Panteón de Sevillanos Ilustres, que es donde descansan sus restos y los de su hermano. Y es para no creérselo, pero ¡he pasado de largo de la tumba! Si no llega a ser por mis amigas, no la veo. La lápida está en una zona muy baja, casi pegada al suelo. Aunque viendo lo que la rodeaba no sé cómo he podido pasar de largo. Decenas y decenas de "posit" multicolores con mensajes de todo tipo. Muchos de ellos ñoños y otros tan sentidos como "Llama a casa" o "A ti también te queremos, Valeriano, hombre". Entiendo que den ganas de dejarle unas palabras, pero eso es, para mi gusto, una horterada innecesaria. No sé, ¿la tumba de Bécquer llena de post-its? Vaya por delante mi respeto a todos; me imagino que hay gente que ha dejado su mensajito con un sentimiento sincero, pero es demasiado para mí.

viernes, 17 de julio de 2009

¡Ay, omá qué susto!

Son las cinco y cuarto de la mañana y llevo más o menos una hora en planta. ¿El motivo? Unas explosiones la mar de curiosas en un bloque muy, muy próximo al mío. Por lo visto ha sido algo relacionado con los contadores, según unos (la rumorología vecinal no me ha dado más pistas); una explosión de gas, según otros. Mañana me enteraré en las noticias locales.

El caso es que cuando he oído las explosiones (ya han tenido que ser fuertes para despertarme), gente gritando y un pestazo a humo de impresión, me he vestido, he cogido la gatera y he intentado meter a mi gata dentro, pero la jodía, fiel a la mala leche que le es propia, no se ha dejado. Así que mi amor por ella se ha visto puesto a prueba. ¿El resultado? Que me quiero mucho más a mí misma. Porque viendo que el humo entraba por mi balcón y que la gata se ha metido bajo los muebles de la cocina, la he dejado y me he ido a la calle. Es curioso, porque ahora mismo, que no hace falta, la puñetera se ha metido ella sola en la gatera y ahí anda tan contenta. Ella es así.

Salgo a la calle y veo la puerta de mi vecino abierta. "Ha bajado", deduzco. Aprovecho para tirar la basura (he hecho zafarrancho de limpieza y tengo bolsas y bolsas llenas de papeles) y, rodeando el cordón policial, llego al contenedor. Tras una charla con un par de señoras a las que no conozco de nada (ya se sabe, estos episodios traumáticos unen mucho) y que no hacían más que hablarme de sus hijos, no sé por qué razón, vuelvo a mi bloque y me encuentro a mi vecino de al lado y a la vecina del tercero que me miran, estupefactos:

-¿Y tú de dónde vienes?- me preguntan.
-He bajado a ver lo que pasaba y a tirar la basura.

Y va mi vecino y me suelta:

-¡Ay! Pues mira que he avisado a todo el bloque.(¿? A mí, no) Es que creí que no estabas en casa. Como no estás nunca...

Los tiene cuadrados este. ¡Leches! En una cosa así, hijo mío, llama, llama por si las moscas. Que ya me veo calcinada y devorada por mi gata (esta, a poco que pasara hambre, me hincaba el diente sin pensárselo mucho) y a mi vecino saliendo en "Gente" comentando: "Es que como no hacía ruido...".

Y aquí ando, viendo la tele (de todas formas, hoy tenía que madrugar para ir a la abogada) y pensando en realizar con mi gata una serie de simulacros para que se meta en la gatera a la primera y no tener que dejarla aquí tirada, la pobre.

Actualización: pues como dice Món, mi anónima favorita, la cosa al final no ha sido moco de pavo. El loco del primero, que decía que todos los vecinos lo odiaban. Por lo visto, prendió una de las bombonas y el cabrón salió a dar un paseo al perro. Ya se podía haber quemado los huevos. No os podéis imaginar lo que ha sido esto esta noche. Ahora están todas las maris loquitas, deseando salir en la tele; ya han pasado varias cámaras por aquí. ¡Ayyy! En mi barrio no hay más que sonados. Empezando por mí.

Y fuera de coñas, muchas, muchas, muchas gracias a la Policía y a los Bomberos que han intervenido rápida y eficazmente. Esto podía haber sido una tragedia. El desgraciado este tenía distribuidas bombonas y gasolina por todas las plantas. Para matarlo, vamos. Si quería incendiar algo, podía haber cogido una de las bombonas que tenía, metérsela por el culo y pedir fuego a algún vecino. Hubiese sido mejor para todos.

miércoles, 15 de julio de 2009

Errores médicos

Cuando voy sola por la calle, suelo ir con mis casquitos y mi música. Procuro no ponerla demasiado alta porque entiendo que yendo por la calle tampoco es bueno aislarse así, ya se sabe: coches que pasan, bicis, gente... Hay que estar al loro. Además, si pongo la música demasiado alta me pierdo uno de mis deportes favoritos: ir captando trozos de conversaciones ajenas. No es por cotillear, de verdad, es que me fascinan algunas de las cosas que oigo. Y a veces, encuentro cositas como esta.
Ayer, en los alrededores de los juzgados, una señora hablando por el móvil:
-Pues sí. Fíjate tú lo de la Conchi, que fue a arreglarse el labio y le operaron la teta izquierda.
Esa Conchi...

sábado, 4 de julio de 2009

Aves nocturnas (II)

Mención aparte merecen las pitonisas que pululan por los programitas nocturnos. Hace dos días, una de ellas se lució:

-¡Hola! Soy Escorpio.

-Buenas noches, Escorpio. ¿En qué te puedo ayudar? (Empezamos bien).

-Verás, es que yo quería hacer una consulta general.

-¡Ay, cariño! Sabéis que tenéis que preguntar por cosas concretas.

-Bueno, verás, es que he pagado mucho dinero para hablar contigo. (Con voz dulce y melosa).

-Bueno, venga, vamos a empezar. ¿Por qué quieres preguntar?

-Hmmm… Quiero saber si voy a vender mi casa.

-Elige un número: 1 ó 2.

-El 2.

-Bueno… (dice mientras despliega frente a ella las cartitas). Veo que llevas un tiempo queriendo vender un piso (¡no me digas!). Esto… esto hace un tiempo que está estancado (claro; si no, no te preguntaría).

-Pero, ¿lo vendo o no?

-Hombre, venderlo lo vas a vender, pero no inmediatamente, ¿eh? Esto va tardar un poco… (Se ve que la señora ve el telediario y se ha enterado de que hay algo llamado “crisis”).

-¿Cuánto?

-Un tiempo, pero lo vendes, ¿eh? Así que tranquila. (Mientras, va recogiendo las cartas). Bueno, Escorpio, buena suerte…

-¡Ay, Ama Rosa (vamos a llamar así a la pitonisa), que llevo mucho esperando para hablar contigo!

-Lo sé, cariño (ellas son así de afectuosas), pero hay más gente…

-Sí, ya (con voz dulce). Pero me he gastado mucho dinero al teléfono (voz de maruja a la que le quitas, por accidente, un ejemplar de braga-faja baratísimo en un montón de estos que ponen en las rebajas) y creo que puedo hacerte otra preguntita… ¿verdad? (voz melosa otra vez).

Ama Rosa que mira a control y asiente.

-Bueeeno, venga. ¿Qué quieres saber?

-Pues te quería preguntar por el amor (¡cómo no!). Verás, es que me separé hace unos años y, al poco de separarme, conocí a un hombre, que no es con el que estoy ahora, porque yo ya he rehecho mi vida. Yo lo llamé varias veces, pero él no me contesta a las llamadas.

-Con tu pareja actual, no estás bien, ¿no? (hombre, si tiene pareja y sigue pensando en un tío al que conoció hace años, digamos que muy bien no tiene que estar, no).

-Pues verás, es que el hombre con el que estoy me debe dinero. Yo lo quiero mucho, pero quiero saber también si me va a pagar o no, porque yo lo quiero mucho, pero necesito el dinero…

La otra que está ya con las cartas en la mesa y, haciendo gala de sus “dotes” , suelta:

-Mira, Escorpio, las cartas me dicen que a ti no te va muy bien con los hombres (¿las cartas? ¡Te lo ha dicho ella! Si mira el historial que tiene la pobre…).

-Pero, ¿sigo llamando al hombre que conocí?

-No. No lo hagas, porque aquí veo que tú a ese hombre no le interesas para nada (a ver, si no, le habría devuelto las llamadas). Olvídalo, que no te hace bien.

-Bueno, ¿y lo del dinero?

-Pues mira, cariño, aquí veo que tu pareja no te va devolver el dinero tampoco.

-¿Y qué hago? ¿Lo dejo?

-Ay, mira, yo ahí no te puedo ayudar. No te sé decir…

-Pero debería dejarlo, ¿verdad? ¿Tú qué crees?

Pasan un rato discutiendo. Ama Rosa que intenta despedirse por segunda vez:

-Bueno, Escorpio, bonita, tenemos que cortar ya.

-Una pregunta más, por favor, que es la más importante (si era la más importante, podría haber empezado por ahí).

-No puedo…

-Mira (a estas alturas, la voz y el tono de Escorpio se parecen bastante a los de la Esteban hablando de la celebración de la comunión de su hija y del dichoso reloj) me he gastado un dineral, que me habéis tenido dos horas colgada al teléfono, así que, por favor, POR FAVOR, atiéndeme a esto que te pido.

Ama Rosa, entre hastiada y acojonada, accede:

-Bueno, pero rapidito. ¿Por qué quieres preguntar?

-Por mi hijo, que tiene una enfermedad de los huesos. Lleva así desde que nació y lo vamos a operar y quiero saber si va a curarse.

-Mira, Escorpio, cariño, yo veo que lo que tiene tu hijo es crónico…

-¿Y eso qué es?

-Que lo va a tener toda la vida.

-¡Ay, no me digas eso!

-A ver, a ver… Que después de la operación mejora, pero no se va a curar nunca del todo; es algo que va a tener para toda la vida. Y ahora, me despido, Escorpio (“¡A tomar por culo, Escorpio!”, le faltó decir).

-Bueno, pues muchas gracias, Ama Rosa.

¿Gracias? ¿Gracias? Pobre mujer que tiene un piso por vender, que está separada, con un hijo enfermo, acordándose de un hombre que conoció en el pasado y que no es con el que está. Y encima van y la chulean. En su casa y por teléfono.

jueves, 2 de julio de 2009

Aves nocturnas (I)

Son las dos y media de la mañana. Me acabo de despertar porque hace un calor de morirse y, medio zombi, me he ido al salón y he puesto la tele. Normalmente, no la veo a estas horas porque tengo que madrugar bastante. El sueño no me ha durado mucho. ¡Vaya fauna, madre!

Empezamos por los concursos de llamadas. Una cosa es que sepan que te van a tener entretenido al teléfono hasta que te dejes ahí el plan de pensiones, pero esto es alucinante:



Aunque lo de este es de no tener vergüenza ninguna:



Y esta no ha visto un diccionario en su vida. Bueno, creo que no lee ni las señales de tráfico, que mira que tienen poco texto:



Y mi favorito. No me puedo creer que el de las barbas afirme que su vida sexual ha mejorado. ¿Acaso se ha puesto un pasamontañas y va en pelota picada por la calle? Y el otro, el del gimnasio: "No tengo por qué mentir". Claro que sí: porque te pagan. Aunque lo que me ha fascinado ha sido la pareja viejo carca cascao y feladora profesional oxigenada:



Continuará...