domingo, 25 de noviembre de 2007

Turno de guardia (I)

Dentro de las numerosas labores que tenemos que llevar a cabo los docentes está la de hacer guardia durante los recreos. ¿En qué consiste? Supongo que todos lo sabréis, pero yo lo aclaro por si las moscas. Tú te privas de media horita de descanso legítimo y a cambio, recibes un aluvión de gritos, insultos, empujones y vejaciones varias.

Suena el timbre y te echas a temblar: "¡Mierda! Me toca guardia". Buscas a tu compañero de guardia y allí que os vais, como Wyatt Earp a impartir justicia y limpiar los pasillos de Instituto City, Ciudad sin Ley, de malandrines remolones. Por más años que lleve en la enseñanza, me fascina especialmente el hecho de que los mismos cafres que te echan la clase abajo buscando cualquier pretexto para salir durante el horario lectivo, son precisamente los que no hay manera de que se vayan al patio en cuanto suena el timbre del recreo.

Y ahí entras tú. Con tu cuerpecillo serrano y tu vocecita intentando echar al patio (por no decir escaleras abajo) a determinados elementos que se dedican a explotar al máximo las posibilidades que el edificio les ofrece. ¿Que tiene varias plantas? Se dispersan por todas y cada una de ellas. ¿Que además (y esto ya es la repera) tienen dos escaleras? Pues ahí están también, bajando por una y subiendo por otra. Y tú, como una imbécil, detrás.

Otro día hablaré largo y tendido de las guardias de recreo en el patio, pero la génesis de este post me vino la semana pasada, en una de mis habituales redadas por los servicios. Puede que no lo creáis, pero los servicios de mi instituto, a las 8.30 de la mañana, huelen a concierto de Melendi que tira p´atrás. Y vas y la mayoría de las ocasiones ya no hay ni rastro de los amantes de la hierba. Pero otras veces... Os describo los cuadros flamencos que os podéis encontrar:

Caso 1:
9.30 de la mañana: una humareda blanca sale del servicio de las chicas.
9.35: la profesora entra a ver qué c... pasa.
9.36: cara de pasmo de la profe que localiza la fuente de origen del humo. Bueno, más bien, del incendio. Porque mis queridas pandoras habían pegado una compresa en el techo (¿?) y le habían metido fuego. No contentas con eso y recordando ritos ancestrales, se encontraban cantando y tocando las palmas alegremente al calor de la "fogatita".


Caso 2:

12.15 del mediodía: de nuevo, humareda como presagio de la catástrofe.
12.20: ¿entro o no entro? Recordando mi deber, entro.
12.21: peste a porro que todavía me dura. "A ver ¿qué hacéis (como si no lo supiera) que no estáis en clase?"
Sonido de cisternas a todo meter.
12.22: empiezan a salir niñas de los servicios de tres en tres. Todas felices y relajadas. Por supuesto, ni rastro del motivo de su "alegría".
12.23: observo que quedan dos puertas cerradas. Sospechoso. Llamo a una.
12.24: "¿Qué quiereeeees, con la bulla? Que estoy en el váter".
12.25: "Maestra, esa es la Vane (por ponerle un nombre), que está cagando". "Que sí, que sí, que tiene permiso para salir, porque si no caga rápido, se lo hace encima", "¿No ve que se pasa el día en el váter?" "Illa, ve acabandooooo".
12.26: perpleja por la situación, llamo a la otra puerta. Risas. Me agacho. Veo dos pares de pies muy juntitos. Vuelvo a llamar a la puerta intentando aparentar una seguridad y una mala leche que no tengo.
12.27: "A ver, salid de ahí". Parece que van a abrir la puerta. "A ver, niñas...". No termino la frase porque lo que asoma ante mis atónitos ojillos son dos maromos más largos que un día sin pan que se están descojonando de mí en mi cara. Uno de ellos, pandoro, alumno mío. El otro, coleguita de mi pandoro de toda la vida.

12.30: Voy camino de Jefatura de Estudios intentando asimilar lo ocurrido. Los porros, la cagona, los maromos...

A veces envidio a la Vane: me gustaría poder meterme en el váter, soltar todo el estrés que llevo dentro de golpe vía rectal y quedarme como nueva.

El deporte va a matarme

Pues resulta que en mi casa (bueno, en la de mis padres) tenemos una Wii. Idea principal: que mi madre se mueva un poquito, que no anda demasiado bien de muchas cosas. Yo pensaba que lo del anuncio era un tanto exagerado, pero no. Esa consola es la leche (y no tengo familiares en Nintendo, por si hay algún malpensado por ahí). Estuvimos toda la mañana de ayer jugando al Wii Sports y nos lo pasamos en grande. Problema: que solo viene un mando, y por más que nos pateamos Sevilla entera (friki tiendas informáticas incluidas) no encontramos ni un solo mando más. Cosas que hace Nintendo, por lo visto.
El caso es que después de jugar a tenis, a béisbol, a boxeo, a golf y de decidir que lo de los bolos no era lo mío, estoy prácticamente inmovilizada de cintura para arriba. Me duele toda la espalda. El lado derecho más, por supuesto. Me duele al sentarme, al levantarme, al respirar profundamente... Vamos, que estoy hecha un asco. Pero nos lo pasamos de escándalo, la verdad.
Qué poquito fondo tiene una, qué poquito...

sábado, 17 de noviembre de 2007

Disecciona2


Uno de los numerosos rituales por los que hay que pasar anualmente si eres tutora (en el caso de los profes de Lengua, casi siempre) es el de la reunión con los padres. Una, que es de natural cortaíllo, lo pasa francamente mal porque sabes que en cuanto lleguen a casa, los padres van a diseccionarte como si fueras un vulgar batracio. Y así es como me siento frente a esos padres que van llegando y que entran en la clase de sus hijos, dispuestos a tragarse (un año más también) el rollo que tengamos que soltarles. Soy un batracio panza arriba, sujeto con alfileres a una mesa de operaciones y todos esos señores son estudiantes de Medicina dispuestos a sacarme las vísceras. De hecho, mientras hablo, me parece croar de vez en cuando.
La cosa funciona así: tú entras con todos los papelajos informativos (horarios, profesores del grupo y demás) que vas a soltarles en cuanto tengas oportunidad. Te presentas, empiezas a hablar (presentación supercurrada y preparada un par de horas antes porque no has tenido tiempo en toda la semana de pensar en la dichosa reunión) y cuando vas cogiendo el ritmo, aparece una madre que llega tarde. Bueno, no pasa nada. Te presentas, resumes lo que llevabas dicho y vuelves a retomar el hilo. Pero el proceso se repite varias varias veces. Y al quinto padre que te llega tarde, pues pasas ya de resumir ni de ser simpática ni nada. Porque esto va así: tú quieres que la reunión se termine cuanto antes, y a los padres, lo que les interesa es su hijo, no la marcha general del grupo, ni el horario del departamento de Orientación. Si no pueden tener información de su hijo, lo demás suele interesar más bien poco, cosa que es completamente comprensible, porque si yo me aburro escuchándome, no quiero imaginar lo que se tienen que aburrir los padres.
Y cuando termina la reunión, viene otro proceso interesante. Porque a pesar de que has aclarado que no se va a dar información individualizada y que si quieren saber de sus retoños, tienen que pedir cita, siempre hay algún progenitor (progenitora, normalmente) que intenta sonsacarte información de su hijo. Y ahí viene lo interesante: la cola que se forma delante de tu mesa cuando acaba la reunión. La mayoría están para pedir cita, pero como digo, las hay que vienen a saber algo de su niño.
Yo ya tengo mis horas de atención a padres cubiertas para todo el trimestre. Se van, te despides y coges el coche para hacerte el caminito de hora y media hasta tu casa.
Pero lo mejor viene cuando al día siguiente, sin venir a cuento, los niños te sueltan en medio de la clase los comentarios que sus padres han hecho de ti durante la cena: "Mi madre dice que pareces una niña", "Mi padre dice que te pareces a mi tía Conchi ¿?". He de reconocer que dentro de lo que cabe, no salgo muy mal parada (la tía Conchi debe de ser terriblemente atractiva jajaja); pero mi favorita es una frase que le soltaron a un compañero el año pasado tras su presentación: "Maestro, maestro: mi madre dice que tienes más voz que cuerpo". Hay que joderse...

domingo, 4 de noviembre de 2007

Prueba de nivel (II): Lengua

Ya os dije que en cuanto pudiera (que ha sido más bien tarde), os contaría la segunda parte de la pruebas. En este caso, la de Lengua.
El primer ejercicio consistía en escuchar la grabación de un programa de radio que se emite en Canal Sur en el que una señora expone un problema que tiene su hijo con una multa de tráfico que le han puesto. La intervención dura unos cinco minutos aproximadamente. A continuación, los chavales debían contestar a tres preguntas. En la primera debían señalar rasgos característicos del habla de la mujer de entre una lista que ellos daban; en segundo lugar, tenían que decir a qué comunidad autónoma (elegían entre Asturias, Canarias, Andalucía y el País Vasco) pertenecía la señora y luego, debían razonar su respuesta (que con copiar lo que habían señalado en el primer apartado iban listos).
Todos supieron identificarla como andaluza y señalar algún rasgo identificativo, pero cuando tuvieron que justificar sus respuestas, leí cosas como:

"Porque es expontánea, tiene mucho desparpajo y es muy brutilla hablando".
"Porque es muy basta hablando".
"Porque al hijo le pusieron la multa en Lucena (Córdoba)".
"Porque el programa es de Canal Sur Radio y eso sólo se escucha en Andalucía".

Solo uno o dos apuntaron razones lingüísticas que justificasen su respuesta. Eso después de habernos pasado una semana entera viendo el seseo, el ceceo, el yeísmo y todo lo relacionado con el andaluz.

En otra pregunta se les ponía una viñeta de Mafalda en la que la niña quería ir a jugar a la plaza, pero la madre no la dejaba y la mandaba a ver la televisión. Después de pasar un rato viendo la tele (anuncios, concretamente) Mafalda se ha convertido en un anuncio andante y empieza a ver todos los defectos que tienen la casa y su madre, que, finalmente, la deja ir a jugar a la plaza.

Debían entender que la publicidad había afectado negativamente a Mafalda y la madre, viéndolo, prefiere que se vaya a la calle.

Interpretación de los chavales: como la madre no la había dejado ir a la calle, Mafalda se había puesto a darle la tabarra a la mujer hasta que esta, agobiada por la insistencia de la niña, la había dejado salir. Mafalda, por pesada, consigue lo que quiere.

Ejemplo perfecto de cómo ajustar tu percepción de las cosas a lo que vives cada día. Pensé que la pregunta de Mafalda les costaría menos, pero no. Sé que a lo mejor puede parecer que estoy todo el día viendo el lado malo de los chavales, pero es que estas cosas me preocupan. Por ellos, básicamente. Si no son capaces de sacar el significado de seis viñetas de Mafalda, ¿qué pasará cuando lo que les pongan por delante sea otro tipo de escrito? Ya no digo que sepan realizar un análsis sintáctico a la perfección (cosa que, aquí entre nosotros, yo detesto). Se trata de entender, de comprender la realidad. Si no eres capaz de entender la realidad que te rodea, los mensajes con los que te bombardean a diario (por no hablar de lo que hay detrás de muchos de esos mensajes), eres un ser sin criterio y por tanto, manipulable.

Y eso sí que me preocupa.