viernes, 26 de diciembre de 2008

¿Pelo de qué?


Diario de clase. Un día de diciembre de 2008.

Clase de Plástica de una compañera. Como siempre, no han encendido la calefacción y ella lleva su abrigo puesto. Con sus pelillos correspondientes en las solapas (os hacéis un idea, ¿no?). Los alumnos de 1ºA llevan un cuarto de hora de clase cuando entra una alumna (con su correspondiente cuarto de hora de retraso) y le espeta:

-¡Oooooy (así, arrastrando mucho la "o"), maestra! Ese abrigo, ¿de qué es? ¿De pelo de chocho?

Sin comentarios.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Una del Oeste


"En este Claustro no hay sitio para las dos" (en un sueño de anoche).

Me he despertado hace apenas una hora de una macrosiesta de hora y media de duración. Llevaba todo el fin de semana sin dormir bien por muchas razones. Una de ellas era una conversación pendiente con una compañera de trabajo de estas que se dedica a fagocitar el trabajo ajeno. No soy persona de buscarme problemas con los compañeros, no me gustan las situaciones tensas y evito cualquier tipo de discusión. Pero las opciones que tenía eran las siguientes:

1. Le dejaba mi trabajo a esta compañera para que lo fusilase y me quedaba con la cara de idiota y la sensación de que hubiesen abusado de mí.

2.Pasaba un mal rato y le decía a esta mujer que, a pesar de haber accedido a ello el viernes (debido a la sorpresa), no pensaba dejarle mi trabajo para que lo fusilara.

Como ya he dicho, he pasado un fin de semana horroroso, nerviosa, pero he hablado con ella esta mañana y me he quedado la mar de ancha. De hecho, he comprobado que hay personas que no conocen la vergüenza (a mí me dice un compañero lo que yo le he dicho a ella y me meto en el agujero más cercano o me cavo uno allí mismo) ni la conocerán en su vida. Ella lo ha atribuido todo a un malentendido y se lo ha tomado con mucha simpatía. Pero ya sabemos cómo van estas cosas.

Vigilaré mis espaldas, no vaya a ser que me peguen el tiro por detrás.

Por cierto, el domingo, harta de corregir exámenes, me fui a la sesión matinal a ver Appaloosa. No puedo ser objetiva (ya conocéis mi debilidad por Viggo Mortensen), pero me gustó mucho. Me confirmó lo que temía: que para mí, René Zellweeggleches solo me resulta creíble como Bridget Jones. Pero bueno, es una historia de amistad con buenos muy buenos (aunque con sus sombras también), malos malísimos (ole por Jeremy Irons), pueblos polvorientos y tiroteos a diez bandas. Tiene de todo. Me hacía falta desconectar un rato (he estado dos días y medio corrigiendo exámenes sin parar) y desde luego que lo hice. Creo que hasta me sirvió de inspiración.
Me voy a engrasar mi pistola con la satisfacción del deber cumplido y la conciencia tranquila.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cinema ¿Paradiso?




Diario de clase:
Maestro: Bueno, Pablo, ¿te ha gustado la película?
Alumno: Peor es ir a clase.
Aunque parezca mentira después de todo lo que largo por aquí, resulta que todavía tengo (o tenía, hasta esta mañana) algo de fe en la condición humana. Concretamente, en esa subespecie llamada homo-estudiantis o, como dicen en mi pueblo, tocapelotas.
El caso es que en Huelva se está celebrando el Festival de Cine Iberoamericano, proyectaban Cinema Paradiso y decidimos llevar a los alumnos de 4º de ESO. Sí, sí, lo sé: que la película es un rollo, que cómo se nos ocurre, que eso no puede ser atractivo para los chavales… Pero pensamos que se le podía sacar partido para una asignatura y además, dos de los profesores que íbamos somos incondicionales de la película. Vamos, que fuimos un poco “porque yo lo valgo”. Lo reconozco.
De todas formas, aunque la peli les parezca un rollo, es una oportunidad para salir, estrechar lazos, hacer algo distinto. Total, que nos liamos la manta a la cabeza y nos hemos ido esta mañana al cine. Alumnos: 96. Profesores: 4. Que podrían ser los días que nos quedan a todos para acabar en el manicomio, pero no. Lo primero fue conseguir que formasen una fila para entrar en el cine y no se desparramasen por el centro comercial en el que se proyectaba la cinta.
Una vez dentro, en cuanto se apagaron las luces y como dice un compañero, sufrieron todos un “ataque masivo de cistitis” y allá que empezaron a subir y bajar por las escaleras para ir al servicio, para comprar palomitas, para escaquearse, al fin.
En la sala había alumnos de 3 centros distintos, pero los más numerosos eran los nuestros. Y los peores, también.
Nos sentamos los profes juntos. Una compañera me ofrece almendras, que no me gustan (no me van los frutos secos, excepto los quicos). Al cuarto de hora de empezar la peli, percibo unos flashes en plan discoteca, y resulta que cuando me vuelvo, veo que mis niños se están haciendo fotos durante la proyección. Me voy a la parte de arriba, les llamo la atención y, de repente, veo a uno que está a punto de hacerse una foto con dos amigas. Ni corta ni perezosa me dirijo a él hecha un basilisco (silencioso, eso sí) y le quito la cámara. Y súper indignada vuelvo a mi asiento. A los dos minutos, una profesora viene a mi lado y me dice:
-¿Ha habido algún problema?
-No. Le he quitado la cámara a un alumno porque…
Y tal como lo iba diciendo e iba viendo la mirada acusadora de la compañera del otro centro y la de la típica alumna-lapa-pelota adosada a sus faldas, me di cuenta: le había quitado la cámara a un chaval de otro instituto. ¡¡¡Qué vergüenza!!! Me quería morir, la verdad. Tras pedirle disculpas y devolverle la cámara, me dispongo a volver al sitio que ocupaba con mis compañeros. En estas, me veo a un alumno de mi tutoría (bastante friki, pero muy responsable) tumbado todo lo largo que es en las escaleras del pasillo principal.
-J., ¿qué haces?
-Estoy viendo la película, maestra.
-Haz el favor de sentarte en una silla.
-¿Por qué? Si estoy bien aquí. Ya todos saben que este es mi sitio y no me pisan.
Lo que siguió os lo ahorro porque me deprime mucho tener que convencer a un tío de 16 años de que las escaleras del pasillo no son el lugar adecuado para ver una película.
Bajo a las butacas con el resto de mis compis, que están a su vez, apagando otros fuegos. Ahora las almendras no me parecen tan mala idea. De hecho, me pongo ciega.
La peli se acaba. Toca ir al autobús. Única cosa buena: me encuentro por sorpresa con mi amiga Puri (había ido allí con sus alumnos) y nos abrazamos y gritamos como dos quinceañeras. Y ahí termina lo bueno.
Cuando quedan cinco minutos para que se cumpla el plazo que les habíamos dado a los chavales para que estuvieran en el lugar donde nos tenía que recoger el autobús, vemos que, de los 55 que venían en el autobús con mi compañero y conmigo, solo hay 5. Me voy a buscar a los otros 50 por todo el centro comercial.
(Póngase música de “El hombre y la tierra”).
Primer objetivo: Bershka, Stradivarius y demás locales made in Amancio Ortega. No falla. Por allí andan mis féminas probándose trapitos. Mi cara de palo seco y yo las echamos de las tiendas. Me faltan los chicos. Veo una tienda GAME a lo lejos. Allí están. Los arreo a todos para el bus y cuando llego (con 20 minutos de retraso), me llaman mis compañeros del otro autobús, con la frase fatídica: “Nos falta P.”. Me pongo a gritar en el autobús, a preguntar si alguien sabe dónde anda P. Veo caras sospechosas entre la mafia de la parte trasera del autobús. Cuando me acerco, P. sale de entre las piernas de otro alumno. “¿No puedo volver en este autobús, maestra?” “No. Hemos venido llenos y te esperan en el otro autobús.” “¡Avíate!” Total, que acabo pegándole dos gritos con lo poco que me gusta, básicamente, porque quedo muy ridícula gritándole con mi vocecilla a un tío tan grande. Pero es que no puedo más. O sí.
Tal como P. sale por la puerta, llegan cuatro rezagadas que, encima de que llegan tarde, se empeñan en volver en los mismos asientos en los que habían venido y que ya habían sido ocupados por otros. De muy mala hostia ya (lo reconozco) les digo que no les va a pasar nada por ir separadas un cuarto de hora. Y ellas se sientan mientras me clavan sus miradas asesinas envueltas por un rabillo del grosor de mi rollo de papel higiénico.
Entonces me siento con mi compi, con la lengua como la suela de un zapato por culpa de tanta almendra garrapiñada y con unas ganas de orinar de impresión y oigo a mis espaldas a una alumna: “Tío, me tiraba ahora un eructo que llegaba volando hasta mi casa”.
Como decía mi abuelo: “otro día fuera”.

lunes, 20 de octubre de 2008

De formalidades

Otro episodio pandoril. El otro día, mi compañero les puso una actividad con la canción de Estopa "La raja de tu falda". Reproduzco (más o menos) el enunciado:

1.Expresa la misma idea de estas oraciones de la canción utilizando un registro formal.

Oración: "Yo tuve un piñazo con un Seat Panda".

Pregunta del nene: Maestro, ¿"hostiazo" se escribe con hache?


Si ése es su registro formal...




miércoles, 15 de octubre de 2008

¡A boli, cojones!


¿Recordáis una canción que había en Barrio Sésamo protagonizada por un tal tío Pepe y una tía Pepa que no paraban de darle vueltas a lo mismo y siempre le ponían pegas a todo?

Esta mañana. Clase de 1º de ESO:

"-Maestra, ¿podemos hacer el examen a lápiz?
-No. Usad el boli, por favor.
-¿Podemos hacer el examen a lápiz?
-No. Os lo acabo de decir: el examen, a boli, que ya sois mayorcitos.
-¡Avíate! Pues entonces, ¿cómo borro si me equivoco?
-A ver, como os digo siempre: ponéis lo que esté mal entre paréntesis y lo tacháis con una raya. ¿Empezamos?
-¡Ofú! ¿Y puedo colocar el libro de Naturales debajo del examen?
-No. En la mesa solo el boli.
-¡Pues yo sin el libro me tuerzo! ¡Yo no sé escribir sin algo debajo del papel! Vamos, ni que me fuera a copiar del libro de Naturales...
-Pues aprendes.
-¿Y si me equivoco, cómo borro?
-Con los paréntesis.
-¿No con tippex?
-No, con tippex, no.
-¿Y por qué no puedo usar tippex?
-Porque no.
-¿Por qué?
-Porque está prohibido el tippex líquido en el centro.
-El mío es de los de ratón.
-Pues tampoco.
-¿Por qué? ¡No es líquido!
-¡Porque lo digo yo! (Pérdida total de papeles). Y venga, que reparto. Encima de la mesa, solo el boli.
-¿Y dónde meto el estuche?
-Debajo de la mesa.
-Se me cae, maestra.
-Pues déjalo en la mesa, cerrado.
-Pues yo también lo dejo en la mesa.
-¡Y yo!
-¡Y yo!
-¡Todos a guardar los estuches! ¡Ya! Al que no le quepa debajo, que lo deje en el suelo.
-Maestra, ¿podemos hacerlo a lápiz?
Inspiro. EXpiro (o eso quiero, pero no).
-Noooo. A boli."

Reparto los exámenes.

A la media hora, se me acerca un alumno.
-Maestra, tengo una duda.
Me enseña el examen. Escrito enterito a lápiz.

-D., ¿no te has enterado de que he dicho que lo hicieseis a boli?
-No.
-Pues lo he dicho unas cuantas veces.
-Bueno, es que... Yo siempre los hago a lápiz. Además, no tengo boli.
-¿Y ahora lo dices? Pide uno.
-Vale, pero el examen lo hago a lápiz.
Lo miro. Detenidamente. Cuento.

-No. Ahora, borras y lo pasas a boli.

El chico que monta en cólera.
-¡Avíate, maestra! ¡Pues yo no pienso pasarlo a boli!
Yo, imbuida por el espíritu zen que me he impuesto en clase este año (y que se me va al carajo unas cien veces al día), le contesto:
-Pues yo no pienso corregírtelo. Lo que tengas a lápiz, te lo borro.
-¡Pues vaya tela! ¡Avíate! Vamos, es que no se puede hacer nada: si llegas detrás, te pone un retraso, no se puede comer chicle, no te puedes levantar, hay que hacer los exámenes a boli...
He dejado que se desahogue, básicamente porque mientras farfullaba, borraba parte del examen y empezaba a pasarlo a boli.

Reprimidas que tengo a las criaturas. Vamos...

sábado, 11 de octubre de 2008

Su fibra sensible

Este año tampoco tengo proyectos raros. Tal honor ha recaído en un compañero de departamento que el otro día, entre divertido y alucinado, me comentaba que les había puesto la película "Soy gitano", sobre la vida de Camarón, al que adoran. Me decía que, al terminar la película, los pandoritos, emocionados y con los ojos humedecidos, le preguntaron:

-Maestro, ¿y cuándo sacan la segunda parte?



Nota: al final de la peli, como creo que todos sabemos, Camarón muere.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Pies en polvorosa

Siento el mareo, siento el trasteo, pero he tenido que mudar el blog entero de dirección. Mi madre y el historial de Google se han confabulado para dar con mi antigua dirección y eso sí que no.

Así que, bienvenidos a la nueva dirección, mismo blog.
Actualización: ante las numerosas quejas que recibo del feed de las narices, solicito, desde aquí, ayuda, socorro y comprensión. Yo ya he dado de alta el blog en feedburner y he puesto el icono, pero se ve que no funciona. Y yo ya no doy para más. Si alguien, amablemente, me echa una mano, puedo prometer y prometo que arreglaré el problema.

Otra cosa: voy a estar un poquillo perdida durante unos días porque han ingresado a mi cuñada y estamos cuidando al peque.

Besos a todos.

Para clamar al cielo

He vuelto al cole. Sí, sí. Aunque todo el mundo dé por sentado que no es así porque los vástagos siguen en la calle, yo he vuelto al cole. Bueno, al instituto. Exámenes de septiembre, ya sabéis. La mitad no se ha presentado, y los que sí lo han hecho, no sé para qué se han molestado. De todos los que yo tenía pendientes, solo he aprobado a uno. Y nunca mejor dicho, porque lo he aprobado yo. Tras los exámenes, dos días de reclamaciones. Para que os hagáis una idea de cómo está el patio os comento distintos casos:

Caso 1: La alegre divorciada .

La alumna A llega a mi aula acompañada de su progenitora. Alumna que es incapaz de distinguir un sujeto de un predicado, pero que se hace un rabillo del ojo perfecto con los ojos cerrados. Caso de manual. El diálogo, como sigue:

-Verá, es que a ella le salió muy bien el examen.

-Bueno, si quiere, lo vemos.

-Pues sí, pues sí, porque ella lo estuvo ayer comentando con el padre y vamos, solo tenía dudas en una pregunta.

Resumen somero del contenido del examen de la moza (2º de ESO):

.No sabe decirme en qué persona está narrado un texto.

.No sabe cuáles son los tres géneros literarios principales.

.No analiza un verbo a derechas.

.Deja tres preguntas sin contestar.

.Confunde los sinónimos con los antónimos.

La madre que ve el examen. Y se le cambia la cara, claro.

-¿Esto es lo que has hecho? ¡Qué vergüenza, qué vergüenza!

-Señora, a usted no debería darle vergüenza; debería dársela a ella, y mírela.

Y ahí estaba la alumna A, descojonándose en la cara de su madre ante su ingeniosa definición de novela: "historia expansiva que puede tener final. O no".

Esa era la pregunta en la que tenía dudas. Como si el resto lo hubiese bordado.

Caso 2: Qué penita me doy.

La alumna B ha pasado un curso bastante complicado por causa de una enfermedad. A pesar de las actividades de recuperación que se le han ido poniendo a lo largo del curso a la alumna B le ha quedado la asignatura, simplemente, porque la alumna B le ha echado algo de morro con la excusa de la enfermedad. Y porque, sencillamente, no sabe expresarse y se aturulla y no da pie con bola.

En junio, hablo con la alumna B y, teniendo en cuenta sus circunstancias, le indico cuáles son los principales contenidos y qué tiene que estudiarse para el examen de septiembre.

Llega el examen y la alumna B me deja tres preguntas en blanco, comete tropecientas faltas de ortografía y se hace un lío con casi todas las respuestas. Vamos, que encima que le digo lo que tiene que estudiar, no lo hace. Y yo, ya no puedo hacer más. No obstante, ella insiste y viene con el padre para hacer presión. Al cabo de una hora (de reloj) logro convencer al padre de lo evidente: que un 3,65 no es un cinco, ni aquí ni en Pekín y que no hay de dónde rascar.

Caso 3: La troupe/ Usted no sabe con quién está hablando

Otro alumno de 3º, como la anterior. Sobrino del vicedirector. Viene con la madre, el padre (hablando por el móvil) y los dos hermanos. A mí, que no me achanta nadie, me encanta el mogollón y los recibo a todos con la más educada de mis sonrisas sabiendo ya lo que viene después.

Como siempre, vienen a ver el examen del niño, porque según él “le ha salido muy bien”. Yo creo que mienten a los padres al salir del examen y luego, por no admitir que saben que han hecho una porquería de examen porque no han estudiado, se mantienen firmes en su mentira hasta el final. Yo, que aprecio de veras al alumno, le doy la oportunidad de ahorrarse el ridículo:

-¿Seguro que quieres ver tu examen, C?

El niño se calla. Habla la madre que lo trajo al mundo:

-Sí, sí, claro.

Yo creo que la señora pensó que yo tenía algo que ocultar, pero no era así. Y como yo soy de natural bueno hasta que me vienen con prepotencias y suspicacias, saco el examen que, por no dar muchos detalles, digamos que no llegaba ni al 2 y que albergaba, entre sus perlas, cosas como esta:

“Garzilaso de la Vega era un autor que escribía poemas dramáticos que copió de otro escritor anónimo cuyo nombre desconocía”. ¿?

Caso 4: El fantasma de Canterville/No sin mi hija.

He de reconocer que esto nunca me había pasado. El segundo día de reclamaciones me vino una alumna (con la madre incorporada de serie, por supuesto) a pedirme que la aprobara. Le habían quedado tres asignaturas, entre ellas, la mía e iba a repetir (con dos se pasa, pero 3 es repetición). La madre me suplicó, asegurando que su hija haría todos los trabajos que yo quisiese en 4º, que ella era trabajadora, que no se merecía esto…

Miro mi cuaderno de notas. Miro el montón de exámenes. Lo vuelvo a mirar.

La moza, ni siquiera se había presentado.

domingo, 13 de julio de 2008

De profesión...

..."modelo y acróbata vaginal". Eso rezaba en el rótulo colocado a media altura del cuerpo de una señorita con pinta "exótica" que acaba de salir en la tele. Entre esto y la "liadora de tortas" que me comentaba esta mañana Arwen, estoy que alucino.

¿Alguien conoce a alguna acróbata vaginal? ¿Tenéis idea de qué coño (y perdón por la redundancia) es eso?

Actualización: Mirad lo que he encontrado.


martes, 1 de julio de 2008

Y de postre...

Hoy he ido a comer con unos compañeros de trabajo. A la salida, nos hemos cruzado con unos mozalbetes del pueblo. A los dos segundos, empiezan a gritarnos:

-¡Desgraciaos!
-¡Muertos de hambre!

Yo, al principio, ni he caído en la cuenta de que se referían a nosotros.
He decidido no darle vueltas. Pero no lo entiendo. En fin...

martes, 3 de junio de 2008

¡Quiero mis 1.300!

Estos días estoy cogiendo un complejo de llorona... Pero es que no dejan de sangrarme dinero por todas partes.
En primer lugar, Hacienda. Que todos los años se equivoca y me devuelve muchísimo menos de lo que me tiene que devolver. Todos los años me quitan dinero, todos los años es por lo mismo y todos los años tengo que ir a explicarles en qué se equivocan. Un error, que si no subsano, me cuesta 1.000 euros.

En segundo lugar, el seguro del coche, que este año me había subido, según el extracto de mi cuenta, nada menos que 300 eurazos. 300. Como suena. Llamo y resulta que me habían incluido un parte en una casilla errónea y de ahí la confusión.

Total: 1.300. Uno detrás de otro.

A ver quién el próximo que me pega el sablazo.


domingo, 25 de mayo de 2008

¿ A las barricadas?

El día 21 se convocó una huelga de profesores en Andalucía para solicitar la retirada definitiva del dichoso plan de Calidad de la Enseñanza, que, en resumidas cuentas y siempre desde mi punto de vista, no es más que un vil intento de soborno de la administración. En él se nos dice que podremos cobrar hasta 7.000 euros más repartidos en cuatro años si aprobamos a más alumnos. En el documento se insiste varias veces en lo importante de una "buena práctica docente", como si no se estuviese haciendo ya.

Hoy acabo de corregir unos exámenes de sintaxis de 2º de ESO y tras estar todo el año invirtiendo horas y horas en hacer oraciones (no entro en la cuestión de si esto es más o menos útil) resulta que aprueban 2. Dos. Se me parte el alma. Y esta vez, lo siento porque sé que suena mal, pero tengo mi conciencia muy, muy tranquila. No han hecho nada. Tiraron la toalla desde el principio y no quieren estudiar sintaxis. Y da igual lo que les motive, lo fácil que se lo ponga o lo mascadito que se lo dé. Dos. En eso queda mi trabajo.
Y pretenden que apruebe a niños que están acostumbrados a hacer nada a cambio de una curiosa simbiosis: ellos aumentan su estadística de aprobados y yo pongo la mano y miro a otro lado. Pues no me da la gana. Mi trabajo me lo tomo en serio y merezco un respeto como profesional. Y dado que la Administración no nos respeta lo más mínimo, me tengo que dar yo a respetar. Y no me da la gana que me sobornen.

No pertenezco a ninguno de los sindicatos que convocó la huelga, pero me uní a ella. En mi centro, de 60 profesores, hicimos huelga unos 8. Eso sí, luego tengo que aguantar que todos se quejen de lo mal que están las cosas, de lo que se nos maltrata, pero cuando hay que plantar (y me perdonen la expresión) los huevos en la mesa, la gente se raja y mira a otro lado. Así nos va. Nos merecemos toda la mierda que nos está cayendo en lo alto y mucha más. No todo el mundo tiene por qué secundar una huelga, pero en mi centro se votó en contra del plan de Calidad. Y éramos bastantes más de 8.

Ocho a los que se nos quitarán 70 euros (que no es lo que gano en un día, fijo) en la próxima nómina. Que eso es lo de menos. Por mí, se los pueden meter por salva sea la parte. Lo que me indigna es la falta de dignidad.

domingo, 4 de mayo de 2008

Arte conceptual

A pesar de lo que Juan Sánchez, “pintor y artista conceptual”, había pensado al principio, aquella señora no había venido a hacerle el amor. Aunque se encontraba completamente desnuda, la distancia a la que se mantenía y su actitud sumamente afectada le dejaban bien claro su propósito.

-Quiero que me pinte usted.

-¿Cómo?

-Que me haga usted un retrato, vamos.

Ahora se explicaba la secuencia de los hechos: la intrusión repentina, la irrupción en su estudio y el strip-tease menos erótico y sugerente al que había asistido en la vida. Porque en aquella señora todo era evidente, rotundo. Como muestra, no había más que mirar la ropa esparcida por el suelo: un vestido amorfo y marrón, un sostén que podía servir de carpa a un circo y una braga-faja que podía emplearse como cama elástica para tres generaciones enteras de acróbatas rusos. Saltando todos a la vez, por supuesto.

“¡Otra que ha visto demasiadas veces Titanic! ¡Cuánto daño nos ha hecho esa película a los pintores de categoría!”. Y era cierto. Desde el estreno de la película, no transcurría un mes sin que pasaran tres o cuatro mujeres por el estudio dispuestas a que las retratase desnudas. Pero claro, las señoras que se plantaban en su casa distaban mucho de ser Kate Winslet. Esta, sin ir más lejos, en vez de tener un pedrusco colgado al cuello, tenía metros y metros de pellejo. Juan no pudo evitar recordar el momento de la matanza en su pueblo. “¡La de kilos de embutido que podrían despacharse con esa papada!”.

-Pagaré lo que sea. ¿Me pongo aquí?

A Juan no le quedaron ganas ni fuerzas para explicarle a la señora que debería haber pedido cita, que no podía atenderla en ese momento. Pero no lo hizo. Más que nada, porque lo único que deseaba era que “aquello” saliera cuanto antes de su estudio, de su casa, de su vida.

Así que cogió su lienzo y sus útiles y se dispuso a retratar a la señora.

-A ver, ¿le importa subir un poco más la cabeza? Póngase así… Levante el brazo por detrás de la cabeza (como si eso fuese a arreglar algo). Así, muy bien. No se mueva.

Pasaron tres horas de indicaciones y poses antes de que Juan dijese:

-Ya está.

La señora, impaciente, se abalanzó sobre el lienzo, deseosa de ver su retrato.

Y lo que vio fue esto:


Fue tanta la indignación que sintió que se quedó allí, inconsciente, desparramando su humanidad sobre el frío parqué.

Juan Sánchez, pintor y artista conceptual, sintió que su arte no había sido comprendido. Una vez más. Y lo que era peor: no sabía qué hacer con la gorda que yacía en el suelo de su estudio.


Foto

lunes, 10 de marzo de 2008

Para compensar un poco lo del otro día

Tópico que se confirma. En este caso. Yo creo que a esta la han buscado a propósito, porque no se puede ser más cortita...

martes, 4 de marzo de 2008

Uno de esos (raros) días


Eso ha sido hoy. Uno de esos raros días que te hacen congraciarte con tu trabajo. En estos días en los que corrijo exámenes y tengo la sensación de que nada de lo que me esfuerzo por explicarles les interesa ni se les queda; en estos días en los que tengo que aguantar una memez tras otra de boca de los políticos que no tienen la más mínima idea de cómo está realmente la educación (para bien y para mal); en estos días en los que no hago más que echar horas rellenando una y otra vez papeles que me apetece meterle por salva sea la parte a más de uno...

Algo maravilloso ha ocurrido en uno de estos días. Hoy, concretamente. Y sin esperarlo. Mandé a mis alumnos de tercero que hiciesen voluntariamente un trabajo sobre el contexto histórico de la España del siglo XV, que es lo que estamos viendo en Literatura. A pesar de que están hasta arriba de exámenes, algunos de ellos aceptaron el reto. Hoy les tocaba exponer sus trabajos y no solo lo han hecho de maravilla, sino que me han emocionado, los jodíos. Lo han bordado. Han salido primero un chico y una chica en plan formalito y meticuloso. Todo estupendo. Pero el "boom" ha sido un alumno que, he de confesarlo, a principios de curso me daba un poco de miedo. Es lo más raro que yo he visto en mi vida. En toooodos los sentidos. Pero es un cielo de persona. Es sensible, gracioso e inteligente. Y hoy me ha hecho recordar por qué me dedico a esto.
Me ha entregado un trabajo de un folio y medio y cuando ya empezaba una a poner cara rara en plan "anda que te lo has currado bastante", el chaval me ha dicho:

-"Maestra, espérate, que voy a hacer la exposición".

Y con un par, ha dividido la pizarra en dos. En un lado, ha hecho un macroesquema con todo lo relevante del siglo XV: final de la Edad Media, descubrimientos, reyes, relaciones de España con otros países, escritores... En el otro, un mapa de la península ibérica y la distribución de los reinos de la época. Y de cabeza, ha ido desarrollando el esquema, cambiando la distribución de los reinos en el mapa conforme avanzaba el siglo, explicándoselo a los compañeros con rigor expositivo y con una gracia que no os podéis ni imaginar, porque al chaval hay que verlo. Me lo he pasado en grande viéndolo, me he reído hasta llorar y hemos echado una hora estupenda (que se me ha hecho cortísima) gracias a él. Cuando ha terminado, he sido la primera en aplaudirle y no me he levantado y le estampado dos sonoros besos en las mejillas por si me denunciaban por acoso.

Hoy he venido en el coche feliz comentándole a un compañero lo que habían hecho "mis niños". Hoy no he salido del centro con ganas de ligarme las trompas para no traer más monstruitos al mundo. Hoy soy yo la que tiene que darles las gracias a ellos porque me han hecho reír, estar orgullosa de ellos, saber que no todo lo que les digo cae en saco roto, sentir que todo esto, aunque solo sea muy de vez cuando, merece la pena. Que la palabra maestra es la más hermosa del mundo.

Imagen

lunes, 11 de febrero de 2008

Relaciones duraderas


"-Oye, ¿y tú llevas mucho con tu novia? ¿Cómo te va?
-De lujo, tío. Ya llevo gastadas dos cajas de condones."

Diario de clase. Semana pasada. Fuente: un compañero.
Para que luego digan que el romanticismo ha muerto.

jueves, 7 de febrero de 2008

Física sin química

El lunes pasado, me propuse hacer un esfuerzo y darle una oportunidad a la serie que Antena 3 ha estado anunciando a bombo y platillo durante las últimas semanas y que nos ha vendido como la vida de un instituto vista desde la perspectiva de unos profesores novatos.

Me esperaba cualquier cosa: discursitos típicos (que los hubo), alumnos de todo pelaje (rebeldes algunos, sí, pero modositos comparados con la realidad) y profesores súperchuliguays de la muerte y muy enrollados.

Bueno, pues la serie colmó y superó mis expectativas. La primera, en la frente. Comenzó el capitulito con la súper model Blanca Romero (anteriormente conocida con el nombre ¿artístico? de “la Perra”) acostándose con un mozuelo que posteriormente -y previsiblemente, todo hay que decirlo- resultó ser un alumno del instituto al que se incorpora. Ahí, enganchando al personal a base de realidad (irreal) y un buen revolcón (perdón, quise decir “guión”).

No entro en cuestiones obvias como lo predecible de la trama o la similitud con el inicio de series de calidad como “Anatomía de Grey” (al principio de ésta última, Meredith tiene un rollete con Derek, que luego será su residente). Como siempre, la profesora de Filosofía (la susodicha “Perra”), superenrollada. Ella entra, los chavales, alguno con más años de mili que la cabra de la legión, se sientan y se callan. Ella les pregunta qué les hace felices y ellos, reaccionan y ¡voilá! la clase va divinamente. Intenta romper su relación con el yogurín, que tiene 17 años. Él insiste.

La de Literatura lo pasa peor. Se muestra insegura, titubea y claro, se la comen. Pero ella encuentra un tema que engancha a los alumnos (“Cosas que quiero hacer antes de morir”) y también le van respondiendo.

Otro alumno está en coma y tras cuatro meses, al parecer irreversible, los padres lo desconectan para donar sus órganos. Otro, se suicida. Tenemos a la gótica empollona, a la hippy, al chino… En fin, un topicazo tras otro.

Pero lo mejor vino al final. Cuando creía que ya no me quedaba nada que ver, resulta que la profe de Filosofía acaba comiéndole el morro al niño de 17 años apoyados en una cabina.

Al día siguiente, mis alumnos que me preguntan: “Maestra, ¿has visto la serie de Física y Química? Es que es como la vida real…”

Si eso es la vida real, ¿en qué dimensión desconocida habito? ¿Seguís recibiendo mi señal?

Yo sigo a lo mío, con mis cafres a los que por cierto, este año, adoro. Que conste. Me gusta trabajar con chavales mínimamente educados (de los que no te escupen desde lo alto de la escalera cuando pasas debajo) y me gusta mi profesión. Por si parece que siempre me estoy quejando.

miércoles, 23 de enero de 2008

Perlas

1) Lee el texto y contesta a las preguntas: (1’2 puntos)

Una lúgubre noche de noviembre vi coronados mis esfuerzos. Con una ansiedad que casi era agonía, reuní a mi alrededor los instrumentos capaces de infundir la chispa vital al ser inerte que yacía ante mí. Era ya la una de la madrugada cuando […] vi abrirse los ojos amarillentos y apagados de la criatura; respiró con dificultad, y un movimiento convulso agitó sus miembros.

[…] Su piel amarillenta apenas cubría la obra de músculos y arterias que quedaba debajo; el cabello era negro, suelto y abundante; los dientes tenían la blancura de la perla; pero estos detalles no hacían sino contrastar espantosamente con unos ojos blancuzcos, una piel acartonada y unos labios estirados y negros.

Yo había trabajado sin descanso durante casi dos años con el único objeto de infundir vida a un cuerpo inanimado. […] Ahora que había terminado […] un intenso horror y repugnancia me invadieron el corazón. Incapaz de soportar el aspecto del ser que había creado, salí precipitadamente de la habitación y estuve paseando por mi dormitorio durante mucho tiempo, sin poder calmar mi espíritu ni dormir.

Inerte: sin vida, muerto.

Mary SHELLEY: Frankenstein (o el moderno Prometeo). Edit: Alianza.

a)Haz un resumen del texto con tus palabras.


Respuesta de una alumna:

En una noche de noviembre, había una legumbre.


Ahí queda eso.

domingo, 20 de enero de 2008

Vuelta al cole

O al cursillo, mejor dicho. Hace unos meses, me apunté junto a otros dos compañeros del instituto en el que trabajo a un cursillo para aplicar el cine en las asignaturas de Lengua e Historia. Y en eso estoy las tardes de los lunes y los miércoles. La verdad es que estoy muy contenta con el tema y con el profe, que parece el típico abuelito que te va contando batallitas. Empieza hablando de los distintos tipos de planos y acaba comentando lo que cobró Vivien Leigh por “Lo que el viento se llevó” (por poner un ejemplo).

Pero lo realmente interesante está en las mesas, es decir, en la parte de los supuestamente aplicados estudiantes. Todos maestros y profesores. Pero si alguien nos echase un vistazo desde fuera (yo misma, en uno de los numerosos viajes astrales que hago durante las exposiciones del profe), vería una jauría no muy diferente a la de un aula de la ESO.

Sin ir más lejos, tengo sentado detrás a un tal J.L. que no para de comentar todo lo que dice el profesor. Bueno, J.L. no comenta: apunta, señala, matiza, aporta y depura. Vamos, que no hay quien lo aguante. Oficialmente, el Gordopilo del grupo.

Tenemos frikis, charlatanes (el otro día el profesor tuvo que callarse hasta que JL terminó de exponer su lucidísima disertación sobre el grupo Dogma a la compañera de al lado), dormilones (uno de mis compis, el pobre, que pega cabezaditas.Tiene un hijo pequeño y otro en camino. No digo más.), travestis, y listillos que se ríen de todo el mundo (mis compis y yo, por ejemplo).

En fin, que me asombra ver cómo cambiamos los adultos, y encima profesores, en cuanto nos sentamos detrás de un pupitre. ¿Les pondrán algo a las sillas?

sábado, 12 de enero de 2008

Bienvenida, Mrs. Marshall

La que se montó hace un par de días en mi instituto. Tras la conclusión de unas obras de ampliación que han durado más que la construcción de El Escorial, ayer llegó el día en que el cargo de turno vino a inaugurar oficialmente el chiringuito.

Consecuencias de la visita: se trastocó el horario normal del centro. Se dieron cuatro horitas seguidas de clase (lo normal son tres), recreo y dos horitas más. No sé si habéis pasado por la experiencia, pero si normalmente están los nenes hambrientos a tercera, no os quiero ni contar lo que era tenerlos sin comer una hora más. Desde luego, así no entra la Administración en contacto con el día a día de la enseñanza ni de coña.

Para colmo, la profesora que tenía que dar clase a los pandoros no vino. ¿Y quién estaba de guardia? ¡Premio! La menda lerenda. Así que tuve una regresión, mientras entraba en aquella clase que, casualmente, quedaba pared con pared con el pasillo donde habían colocado toda la parafernalia propia de estas ocasiones, a saber:

-Cutre-placa para conmemorar el acontecimiento. Además, según apuntó un compañero, está torcida.
-Banderitas de Andalucía a gogó.
-Atril para los discursitos. Sí, sí, esos en los que todos se congratulan de lo bien que están las cosas y de la cantidad de dinero que nos da la Administración. (¡Qué buenos son!).
-Altavoces para poner música ambiental. En este caso, el himno de Andalucía.
-Dentro del kit entraban también dos niñas con sendos ramos de flores para recibir a la representante de la susodicha Administración. Como si fuera la reina doña Sofía, vamos.

Bueno, pues ahí estaba todo preparado y como digo, pared por pared, la nueva remesa de pandoros 2008 a los que no tengo el gusto de darles clase. Vamos, como si pones a un elefante con epilepsia al lado de una colección de porcelana china de la dinastía Fu-Manchú.

Y yo, en medio. Mientras intentaba escuchar algo de los discursos a través de la pared, los chavales estaban dentro hablándose a grito pelado (“¡Es que yo hablo así, maestra!”) e insultando a alguien que pasaba por la calle (alguien a quien llamaban “Cebolla”. No sé). Cuando me voy para los de la ventana a llamarles la atención (no podía pegarles una voz porque estaban todos los peces gordos a tres metros) y logro que se callen, resulta que otros dos habían cogido una silla y se estaban asomando por un cristal que hay al final de la pared y que da al pasillo.

Les digo que bajen de las sillas. Bajan. Fuera, alguien termina un discurso y aplauden. Mis pandoros, imbuidos por un espíritu mimético, aplauden y jalean desde dentro.

Y me acuerdo de las inauguraciones, los altos cargos, los paripés y la hipocresía que hace que estés con un grupo como los pandoros a menos de tres metros de un alto cargo de la Administración, y no puedas decirle: “Pase usted y vea”.