domingo, 10 de junio de 2007

No sin mi niño

Leyendo el blog de Unaexcusa he recordado un episodio de lo más surrealista que he vivido en mis escasos cinco años como docente.

Me ocurrió en mi primer destino-sustitución, en Granada. Estábamos ya en el mes de junio y un grupo de alumnos de primero de Bachillerato (equivalente a nuestro antiguo 3º de BUP) estaba haciendo uno de los exámenes finales de Literatura. Llevaba todo el año avisándoles del peligro de hacerse chuletas. Una es realista y sabe que ellos las van a hacer, porque es su misión intentarlo; la mía es pillarlos. Aunque he de reconocer que soy pésima en la tarea. Pero es que hay veces en que te lo ponen a huevo.


Se acerca un alumno que no había aprobado ni el recreo en todo el curso a preguntarme una duda. Me enseña el examen y veo, en su mano izquierda (con la que sostenía el examen) unas letras pintadas (¡hay que ser simple!). Le pido amablemente que me enseñe la mano, y cuando veo los nombres de tres autores y tres obras del Siglo de Oro escritos, le quito automáticamente el examen y le pido que siente y se dé por suspendido.

Al día siguiente, en un cambio de clase, viene a buscarme la Jefa de Estudios diciéndome que vaya urgentemente a su despacho. Me imaginé que sería algo relacionado con la profesora a la que yo estaba sustituyendo. Pero cuando me veía a mí misma preparando de nuevo las maletas y esperando que me llamasen de otro centro situado a tomar por saco de mi casa, abro la puerta del despacho y me encuentro a una señora de unos 50 años y a una chica de 20 sentadas frente a la Jefa y con cara de muy pocos amigos.

La señora me mira de arriba abajo y le espeta a la Jefa:
-¿Es ésta?

-Sí, esta es la profesora de Lengua de Jonathan (apunto: no le pongáis este nombre jamás a un hijo vuestro; lo marca de por vida).

Me presento, les doy los buenos días. La señora saca un paquete de Kleenex del bolso y empieza a llorar, entre convulsiones e intenta decirme algo que, entre los sollozos, no entiendo. La hija (hermana de mi alumno) traducía:

-A ver, mi hermano llegó a ayer a casa hecho una furia. Yo no sé si usted lo sabe, pero tiene un desequilibrio psicológico (sollozos y palabras ininteligibles de la madre). Sí, mama, ya voy. Es de familia, mi madre también está muy delicada de los nervios (más sollozos maternos). El caso es que se puso a darle patadas a las puertas y tiró todo lo que había encima del mueble del salón. Cuando logramos calmarlo, nos dijo que usted lo había suspendido sin darle oportunidad de explicarse.

-Bueno, la profesora hizo lo que tenía que hacer -intervino mi Jefa, apoyándome (cosa bastante extraña, no en ella, sino en algunos directivos).

Yo intenté decir algo:

-No sé si Jonathan les ha dicho el motivo de que le quitara el examen. Verán, es que vino a hacerme una pregunta y tenía...

-Una chuleta en la mano- concluyó la madre que había recuperado milagrosamente la capacidad de vocalizar.

-Sí-respondí desconcertada. Si la madre sabía que tenía una chuleta, ¿cómo podía venir a montar semejante espectáculo al centro?

-No, si yo eso lo sé, porque mire si mi Jonathan tendrá poca maldad, el chiquillo, que me la enseñó y todo. Y ahora le voy a preguntar algo. ¿Sabe usted lo que tenía apuntado en la chuleta?

-Sí.

-A ver, ¿me lo dice?

Extrañada, empiezo a enumerar los autores y las obras que "el niño sin maldad" tenía apuntados en la mano. Mientras hago esto, veo que la señora echa mano del bolso y saca una libretita roja que mira mientras termino de reproducir de memoria la chuleta.

-Efectivamente. Eso es lo que ponía.

En ese momento, mi mente dejó de habitar las coordenadas espacio-temporales de los mortales. Estaba intentando asimilar el hecho de que esa señora hubiese apuntado en una libretita lo que su hijo llevaba copiado en la mano. La cara de estupefacción de la Jefa tampoco tenía desperdicio y eso que ella estaba muchísimo más curtida que yo en esas lides.

Pero lo mejor estaba por llegar.

-A ver-continúa la madre- ¿usted le preguntó alguna de estas tres cosas en el examen?

-No-contesté.

-¡Pues entonces! ¡A ver dónde está el problema! Porque el chiquillo sí es cierto que se hizo la chuleta, pero no le valió de nada, porque usted no le preguntó por nada de lo que llevaba apuntado ...

Yo, ahí, me perdí. Intentaba seguir el razonamiento de la señora, según el cual, aunque el niño llevaba una chuleta escrita, como había apuntado cosas por las que no le había preguntado en el examen, yo no tenía derecho a castigarlo, aunque lo hubiese pillado.

De fondo, oía a la señora hecha un basilisco diciendo que yo lo que quería era "hacer daño" a su hijo, que no entendía "cómo se le podía destrozar así la vida a alguien" y que había sido "muy mala" con su retoño. Que lo que tenía que haber hecho cuando le pesqué, era haberle dejado que se fuera al lavabo a lavarse las manos. Y que claro, como yo no tenía hijos era una especie de desalmada. Como si el parir a semejante elemento fuese un mérito o la hiciera mejor persona que yo.

Como la cosa iba subiendo de tono, la Jefa "invitó" a la madre y a la hija a que se fueran del despacho. Y allí que se fueron las dos echándome unas miradas que no olvidaré, la verdad.

Para que luego digan...

15 comentarios:

  1. jojojojojojojojojojojojojojojo de lo mejorcito que he oído. No, si la señora en parte tenía razón, su hijo no tenía maldad y si, al fin y al cabo, la chuleta no le había servido...

    Que me meo... es surrealista a la par que espepértico. Parece de peli de Berlanga xDDD

    Pobre Jonathan... ahh, te prometo no ponerle nunca un nombre así a mi hijo ;)

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  2. vale, era "esperpéntico", ya no sé ni escribir... :P

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  3. Madre mía,lo que tenéis que aguantar los profesores, quilla...no me extraña que el hijo esté desequilibrado. Un día de esto sale en las noticias diciendo que ha matado a su madre porque no le había hecho huevos fritos para cenar.

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  4. Quiero más, quiero más...
    Mi hermano también tiene unas cuantas: los dos primeros destinos fueron centros "de difícil desempeño" (así los llaman) y él tenía un método infalible: los Jonathan, las Jessica, los Kevin y los Michael, Dios mío de mi vida. Los José, Carmen, María y David, podemos empezar a hablar...

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  5. Veamos....
    a) Bien, retiro lo de las exageraciones.
    b) Yo diría que el problema no radica tanto en el número de descerebrados que no saben educar a sus hijos, que debe ser una constante universal, como G, sino más bien en la actitud de: --profesores (que deben cortar ese tipo de compotamientos); --equipos directivos (que deben apoyar a los profesores) (hasta ahí, bien por vosotros) y --autoridades educativas, que deben apoyar a ambos. Con un poco de firmeza en este asunto, se acabarían los mamoneos en un tiempo razonable.
    Si además contáramos con el apoyo de los padres sensatos (que los hay, pero hay que pedírselo), la cosa podría ser hasta positiva.

    c) prueba de ello es que --o mucho me equivoco-- o este tipo de problemas son mucho menores en centros privados-concertados con una noción de jerarquías más clara.

    Y ahora preparo el capote para lidiar la que se me viene encima. ;)

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  6. No, no te preocupes, que tienes muchísima razón. Solo que yo pondría en primer lugar a los padres como responsables directos.
    Pero es cierto que es una labor conjunta, que hay muchos profesores que promueven el compadreo.

    En cuanto a lo que dices de pedir el apoyo de los progenitores. Siempre y digo siempre, se ponen del lado de su hijo. No aceptan la pequeña posibilidad de que su niño haya hecho algo mal. La culpa es tuya, que no lo sabes motivar o no te haces respetar.

    Desde luego, es complicadito el tema.

    Pero para que veas, Adúlter, que no exagero.

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  7. Uyuyuyuy es dura la profesión del profesor, está visto. Creo que a veces son peores los padres que los alumnos. Supongo que ahora te ríes, porque la situación es surrealista, pero cuando pasó, tuviste que pasarlo mal....

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  8. Pues muy mal, porque además era novata, cinco años más inocente y no había tenido un enfrentamiento de ese tipo en mi vida.
    Ahora me podía venir la señora...

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  9. De acuerdo, la responsabilidad de educar empieza (y casi debería acabar) en los padres.
    Pero...hablaba partiendo de la existencia de padres descerebrados (y malos educadores), que acepto que sean un porcentaje alto.
    Pero también me cuesta creer que sean todos, por sistema, los que dudan de la capacidad/actividad del profesor. De la misma forma que rechazaría, por excesiva, la afirmación de que todos los padres educan mal a sus hijos, y de que todos los profesores lo hacen dabuten.
    Personalmente, creo en que las figuras de autoridad (y padres y profesores deben serlo) deben reforzarse entre ellos (nosotros). Cierto que educar no es sólo autoridad, pero es un componente imprescindible.

    Dicho lo cual, me largo allí arriba a hablar de sexo, que es lo que a mi me gusta. :)

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  10. Vaya carcajadas que me he echado. Espero que nunca me pase algo así, porque me acordaré de este blog y me partiré el pecho delante de los padres del interfecto.


    Adulter: en los centros privados/concertados es exactamente igual que en los públicos.

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  11. Comulgar con ruedas de molino... eso es lo que te querían hacer...

    Mandawebos (con perdón).

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  12. Adúlter, supongo que en lo del refuerzo mutuo (padres profesores)donde falla la cosa en la mayoría de los casos.

    Flac, bienvenido. Si quieres reírte un rato, mira los posts con etiqueta "cosas de clase". aunque supongo que tú tendrás también tus propias historias, que dedicándonos a lo que nos dedicamos, nunca faltan.

    Pues Lola, no me extrañaría que saliera en los periódicos. Pero la culpa no creo que la tuviera él... Y "aguantar" es la palabra exacta.Aunque a todos nos toca aguantar lo nuestro en los respectivos trabajos, que tampoc quiero que parezca que me quejo constantemente. También tengo mis momentos buenos y mis compensaciones, pero me fastidia que la gente solo vea las estupendas vacaciones y no la de fines de semana y tardes que te pasas corrigiendo, preparando y volviendo a corregir. En fin...

    Gracias a todos por animar el cotarro.:)

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  13. Y como dice Landahlauts: mandawebos (sin perdón porque es así).

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  14. Ojalá yo tuviese una madre tan buena. Porque ella, si me pilla en una de esas (la muy degenerada) en lugar de defenderme, me pega una bofetada.

    Así cualquiera ¿eh Jonathan?

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  15. Pues sí. Yo llego a casa con una chuleta en la mano y mi madre se muere del disgusto y la vergüenza. Pero se ve que los tiempos cambian...

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