domingo, 20 de diciembre de 2009

Hallazgo literario II

Vista la expectación que ha suscitado la revelación de los personajes protagonistas de la entrada anterior, os comento cómo terminó la cosa.

En cuanto llegué el lunes, les dije a los autores del trabajo que quería hablar con ellos. Y mis peores sospechas se confirmaron: resulta que el alumno encargado de hacer esa parte copió directamente de aquí (aunque ellos insistían en que lo habían sacado de la Wikipedia). Llamándose el sitio como se llama, ¿qué podrían esperar? Lo peor es que, por más que le repetía que leyera lo que había puesto, no caía. Y la cara que puso cuando cayó terminó de convencerme de que no lo había hecho con mala intención. "¡Ay, perdona, maestra! ¡Qué vergüenza! Es que estaba harto de copiar...".
El caso es que los cuatro (alumnos ejemplares, os lo aseguro) han suspendido la asignatura y, como era de esperar, las madres han venido a preguntarme el porqué del suspenso. Con enseñarles la letra, los apartados a medio terminar y, por supuesto, los dos personajillos, lo han entendido perfectamente.
Ahora, que el pobre que metió la pata tiene que aguantar que todo el instituto (alguna profesora con muy mala intención se ha dedicado a propagar por el centro el garrafal error) se cachondee de él. Menos mal que el chaval es un buenazo y creo que lo superará.
El próximo trabajo lo repasan. Seguro.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Hallazgo literario

Llevo todo el fin de semana corrigiendo como una loca, por eso estoy tan ausente del mundo bloguero. El caso es que entre las múltiples cositas que debo corregir están unos trabajos acerca de Don Juan Tenorio, para una asignatura absurda donde las haya que la Junta ha denominado "Proyecto integrado de carácter práctico". En fin, que estos mis alumnos creo que pensaban que, entregándome el trabajo a última hora no me los iba a leer, pero resulta que yo soy de las que sí lee los trabajos. Es más, creo que presto más atención a lo que escriben que ellos mismos. Uno de los grupos, de hecho, ha descubierto una versión de Don Juan con unos personajes del todo desconocidos para los estudiosos y filólogos. Todo un hallazgo.


He aquí la prueba:






Como podéis comprobar en las fotos, al principio no me di cuenta ni yo. De hecho, aparece descrita doña Devora Melano como "una mujer de vida alegre". El alumno, ejemplar donde los haya, creo que ni ha caído en la estupidez que estaba poniendo. O quizás era una trampa para saber si me los leía o no. No sé. En cualquier caso, hablaré con ellos el lunes y por supuesto, me mostraré indignada y ofendida en lo más profundo de mi ser.

Una pena que no pueda decirles lo que me he reído una vez superada la sorpresa inicial.

Y me voy. Que tengo que seguir corrigiendo.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cual gacela Thompson

Acabo de volver del puente, como todos, y ya me ha sacudido en plena cara el estrés de mis 100 alumnos. Tal como llego al centro, me veo sometida a una persecución implacable que puede tener varios fines:

Uno: preguntarme si he corregido ya los exámenes.

Dos: venderme cajas de mantecados.

Tres: venderme papeletas.

Cuatro: aturullarme con líos sentimentales en plan "Física o Química" que, he de reconocerlo, me divierten bastante.

Cinco: el alumno X me exige, indignado, explicaciones de por qué he comprado mantecados al alumno Y.

Seis: excusarse por los pésimos exámenes del Romanticismo que hicieron ("No me ha dado tiempo", "Era muy largo").

Siete: preguntarme (aun sin haber dado las notas todavía) qué tienen que hacer para recuperar el trimestre.

Ocho: mi favorita. Vienen a decirme, directamente, que pasan ya de mi asignatura, porque con la Lengua, ellos "no se atreven". Esta expresión me provocó cierta confusión los primeros días hasta que me la tradujeron y me explicaron que cuando decían "no me atrevo", en realidad, querían decir "no lo sé hacer".

Nueve: volver a preguntarme si he corregido ya los exámenes.

Diez: ofrecerse para hacer cualquier tipo de trabajo que sirva para inflar un poco (o un mucho) la precaria nota.

Once: chantajearme emocionalmente haciéndome reponsable de sus regalos de Reyes. ¡Manda huevos!

Doce: decirme, "Maestra, qué mala cara traes hoy", cosa que, lógicamente, me llega a lo más hondo del corazoncito.

Esto sin contar con un alumno al que le di clase hace tres años y se dedica a recordarme, cada vez que me ve, que mi Betis está en 2ª.


Y lo que más me cabrea: las súplicas, los llantos (hipidos afectadísimos incluidos) y los ataques de histeria ante un examen de 1,5. Sin comentarios.

Todo esto a menos de una semana de poner las notas en el ordenador. Yo, que antes era invisible para ellos (no te ceden el paso, no se partan de las escaleras cuando intentas subir, no apartan los pies de los estrechos pasillos, te empujan, recibes proyectiles ¿que no iban para ti?, etc.), de pronto, soy el centro de su atención, su presa.

En fin, que yo ya no sé dónde meterme en el centro. Creo que un día de estos, me encierro en los servicios y me lío a fumar lo que sea con lo peorcito, a ver si así me relajo.

domingo, 6 de diciembre de 2009

14 años no es nada

No suelo emplear el blog para colgar noticias, pero es que, mientras veo la final de Pekín Express, me conecto y leo esto:
Infecta con el sida a su mujer para mantener relaciones sexuales

Para mear y no echar ni gota, oiga.

jueves, 3 de diciembre de 2009

De Vodafone a Orange... por diez minutos


Y porque, prácticamente, me han echado. Me explico: solicité la portabilidad a Orange porque me daban gratis un móvil que me gusta mucho. "¡Vaya criterio!", diréis. "Pues sí", digo yo. Una es así. Si soy sincera, esperaba que Vodafone me llamara y me hiciera una contraoferta. Total, que me llaman los de Vodafone, me ofrecen el mismo móvil y un 30% de descuento en la factura durante un año. Quedamos en que debo anular la portabilidad por Internet mediante un código que ellos me mandarían vía SMS.

Pues viendo que habían pasado dos días y el SMS no llegaba, llamo, a eso de las 14.10 horas (lo de la hora es importante, no creáis), a Vodafone. Una señorita me atiende y me dice, como si fuera culpa mía que se me ha pasado el plazo para cancelar la portabilidad y (aquí viene lo bueno) que el plazo había expirado a las 14.00 horas. Perpleja, le vuelvo a explicar que han sido ELLOS los que no me han facilitado el código necesario para cancelar la portabilidad y la señora me vuelve a repetir que, sintiéndolo mucho (por mí, se entiende), el día 7 me dan de alta en Orange.

Como la situación me parece surrealista (¿cómo pueden consentir perder a un cliente por pasarse 10 minutos respecto a un plazo del que ni siquiera se le había informado?), vuelvo a llamar, pero a un número diferente, donde me confirman la férrea política de plazos de Vodafone.

Pues nada, me voy a disfrutar de mi móvil a partir del día 7 y de mi tarifa plana de 18.00 a 08.00 horas. Pero sigo sin entenderlo.